12 abril 2011

Por Gustavo Rodríguez Cáceres

El 31 de diciembre de 2004 se habían certificado la existencia de 26,70 Trillones de Pies Cúbicos (TCF, por sus siglas en inglés); si a esa cifra le restamos 3,06 TCF producidos entre 2005 y 2010, en el país tendrían que haber actualmente 23,63 TCF; sin embargo, Ryder Scott ha certificado únicamente la existencia de 9,94TCF. ¿Qué ha sucedido con los 13,69 TCF que ahora no existen?

Carlos Villegas, explicando la reducción de reservas de gas
natural en el programa "El Pueblo es Noticia" del 09/04/2011
La pregunta que formulamos no es para nada baladí. La cantidad de reservas que ahora no existen a los precios promedios de exportación al Brasil y a la Argentina representan 82.459 y 99.515 millones de dólares, respectivamente. Al actual ritmo de explotación significan también 23 años de producción y/o movimiento económico que no se generaran, regalías e impuestos que el Estado boliviano no percibirá.

Lamentablemente, los ejecutivos de YPFB sólo han ratificado la reducción, no han presentado hasta ahora la información completa ni han brindado las explicaciones suficientes sobre el por qué de dicha reducción. A lo sumo, figura en la página web de YPFB una escueta nota de prensa que en relación a la pregunta formulada aquí, señala:
“…Desde 2004, se aplica un nuevo concepto para interpretación petrofísica para los reservorios fracturados a nivel mundial, determinando los espesores netos productores con mayor precisión debido al avance de tecnologías, así como los nuevos factores de recuperación en base al comportamiento de los campos. …en el pasado, de Golyer y Macnaughton, concebía un método convencional que suponía que dentro del reservorio las estructuras contenedoras de hidrocarburos eran concebidos a un cubo lleno, […] sin embargo el nuevo método petrofísico, más exacto, señala que estas estructuras son fracturadas […] sólo dejan fluir hidrocarburos por pequeños canales, o sea los volúmenes mesurables.”
El problema con esta explicación es que los reservorios fracturados son conocidos hace mucho tiempo, y el conocimiento (modelos) para estimar las reservas que contienen se aplica en la industria petrolera mundial por lo menos desde la década del 70, no desde el año 2004. Algunos analistas sostienen que el modelo petrofísico se cambió porque la Securities and Exchange Commission (SEC) impuso nuevas reglas a fin que las empresas petroleras registren en la Bolsa con mayor exactitud sus reservas; pero esas afirmaciones no son precisas, los cambios realizados por la SEC son efectivos a partir del 1º de enero de 2009, además, la mayoría tiene relación con cuestiones económicas antes que técnicas, y ninguna hace relación a los reservorios fracturados. Entonces ¿Por qué De Golyer and MacNaughton no aplicó el conocimiento sobre reservorios fracturados antes del 2004, o por qué decide aplicarlo recién el año 2005, o es que sólo la Ryder Scott posee este conocimiento?

Si tenemos en cuenta que son las empresas operadoras las que cuantifican las reservas y la certificadora simplemente revisa los métodos y tecnologías utilizados por éstas, y avala la interpretación y las estimaciones realizadas sobre la información obtenida, las preguntas son más apremiantes: ¿Las empresas operadoras entregaron a De Golyer and MacNaughton la información correcta y ésta no supo interpretarla; o le entregaron información alterada de tal manera que la llevaron a un error tan grande; o tanto las operadoras y la certificadora coludieron a fin de inflar el volumen de reservas? Más grave aún ¿qué cantidad de reservas se tomó cómo parámetro para valuar las acciones de Andina y Chaco que el Estado adquirió a fin de obtener la mayoría accionaria en dichas empresas?

Existen muchas otras interrogantes que exigen respuesta, sin embargo, lo completamente inaceptable es que la reducción de reservas afecte sólo a la economía del país y no tenga ninguna consecuencia para quienes cuantificaron de forma errónea y para quienes certificaron ese error; máxime si dicho “error” llevó al Estado Boliviano a comprometerse con volúmenes de exportación, con planes de industrialización y ampliación del consumo interno que ahora no podrá cumplir. Si en el ámbito internacional ocurriese una reducción de la décima parte de la reportada en Bolivia, las consecuencias serían implacables y se reflejarían inmediatamente en la reducción de las utilidades de las empresas; aquí en Bolivia, de acuerdo con la actitud tomada por los personeros de YPFB, no pasará nada.

Publicado en Hidrocarburos Bolivia el 12 de abril de 2011

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