Colosal es la importancia y
significado que las familias bolivianas le asignan a la vivienda. En el
imaginario popular la vivienda es condición sine qua non para la
estabilidad del hogar, para realizar nuevos emprendimientos y, además, se
constituye en una red de seguridad ante cualquier “desgracia” familiar; tanto
es así que un dicho popular, prácticamente irrebatible, reza que “casa es casa
aunque sea en la punta del cerro”. Como corroborando esta situación en el mundo
académico y en el de las instituciones gubernamentales y no gubernamentales que
trabajan en la materia, es un criterio muy difundido que adquirir una vivienda
automáticamente mejora la calidad de vida de sus poseedores. Contrariando el
imaginario popular y las creencias institucionalizadas, la evidencia obtenida
en un estudio reciente indica que en la ciudad de El Alto la vivienda
desarticula el desarrollo.
En efecto, la investigación
El Acceso a la Vivienda y el Desarrollo en la Ciudad de El Alto, promovida
por el Programa de Investigación Estratégica para Bolivia (PIEB), a más de de
ratificar la jerarquía que para los alteños tiene la vivienda en relación a los
otros componentes del desarrollo, señala que al priorizar estos el acceso a la
vivienda renuncian a otros componentes sustanciales para el desarrollo como
educación, nutrición y salud, entre otros.
La comparación realizada
entre la relevancia de la vivienda y la educación en el largo plazo, indica que
el aumento de la primera es constante y la disminución de la segunda es rápida.
Así puede verse que en un periodo de 25 años los alteños tienden a poseer una
vivienda de mejor calidad y, en contrapartida, una educación insuficiente y de
baja calidad. Lo mismo puede decirse si se hace la comparación en relación a la
alimentación, la tabla de nutrición de los niños de 0 a 60 meses enseña que
hasta los 18 meses los mismos mantienen una nutrición adecuada, pasado ese
tiempo, que coincide con el destete de los lactantes, la caída es vertiginosa y
se ingresa rápidamente a los diferentes niveles de desnutrición. Los datos
analizados en la investigación muestran también que existe una elevada
correlación entre el tipo de educación y la calidad de empleo que se tiene en
la ciudad Alteña.
No es que los
ciudadanos alteños desconozcan la utilidad de la educación y de la
alimentación, por el contrario, dichos componentes son de suma significación
para ellos, sin embargo, en el cotidiano vivir, en el día a día deben decidir
donde destinar sus escasos recursos. Los datos demuestran que sus ingresos son
fundamentalmente destinados a vivienda, pero como ellos mismos declaran a costa
de “grandes sacrificios”.
Sacrificios que en nuestro
criterio empujan a las familias alteñas a un círculo vicioso, pues, aunque la
vivienda represente la estabilidad y seguridad optar por ella en el mediano y
largo plazo, ocasiona educación precaria, inserción laboral deficiente y
restricción de ingresos monetarios. Por el otro lado, optar por educación o
mejor alimentación tampoco garantiza mejores condiciones de vida, y de acuerdo
con su visión y perspectiva de vida, estos componentes no son tan efectivos ni
seguros como la vivienda.
En esta investigación no se
trata de decir que existen factores más y menos importantes para el desarrollo,
por el contrario se considera que el mismo es un proceso complejo y
multidimensional donde diferentes componentes deben articularse armónicamente
de tal manera de generar un círculo virtuoso, cuya sinergia impulse el
desarrollo hacia adelante. En otros términos no se exige habitantes altamente
profesionalizados e intensamente cultos pero sin techo; ni se exige personas
obesas y sin techo, todo lo contrario, parafraseando a los griegos podríamos
decir que se trata de conseguir mente sana, en cuerpo sano y vivienda adecuada.
Es esa integración de los factores del desarrollo que precisamente no existe en
el desarrollo de el Alto, que en nuestro criterio es desarticulado por la
excesiva “preferencia” por la vivienda.
De la constatación obtenida
se concluye también que es hora de que las políticas estatales presten una
atención mayor a la dotación y mejoramiento de la vivienda. Una prioridad que
en mi criterio debe estar al mismo nivel que la otorgada a educación y salud
los últimos 20 años, de esa manera el Estado podría contribuir a que el proceso
sea más integral y sinérgico. Sobra decir, que la intervención que se
reclama aquí debe distanciarse o, mejor, aprender de los errores cometidos en
el pasado; el principal en nuestro criterio no reconocer el significado que la
vivienda tiene para los alteños y las prácticas que asumen para adquirir la
misma.
Gustavo Rodríguez Cáceres
El Alto, 7 de Julio de 2006.
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