07 abril 2006



Colosal es la importancia y significado que las familias bolivianas le asignan a la vivienda. En el imaginario popular la vivienda es condición sine qua non para la estabilidad del hogar, para realizar nuevos emprendimientos y, además, se constituye en una red de seguridad ante cualquier “desgracia” familiar; tanto es así que un dicho popular, prácticamente irrebatible, reza que “casa es casa aunque sea en la punta del cerro”. Como corroborando esta situación en el mundo académico y en el de las instituciones gubernamentales y no gubernamentales que trabajan en la materia, es un criterio muy difundido que adquirir una vivienda automáticamente mejora la calidad de vida de sus poseedores. Contrariando el imaginario popular y las creencias institucionalizadas, la evidencia obtenida en un estudio reciente indica que en la ciudad de El Alto la vivienda desarticula el desarrollo.

http://books.google.com.pe/books?id=p_0bfjyaSaEC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=falseEn efecto, la investigación El Acceso a la Vivienda y el Desarrollo en la Ciudad de El Alto, promovida por el Programa de Investigación Estratégica para Bolivia (PIEB), a más de de ratificar la jerarquía que para los alteños tiene la vivienda en relación a los otros componentes del desarrollo, señala que al priorizar estos el acceso a la vivienda renuncian a otros componentes sustanciales para el desarrollo como educación, nutrición y salud, entre  otros.

La comparación realizada entre la relevancia de la vivienda y la educación en el largo plazo, indica que el aumento de la primera es constante y la disminución de la segunda es rápida. Así puede verse que en un periodo de 25 años los alteños tienden a poseer una vivienda de mejor calidad y, en contrapartida, una educación insuficiente y de baja calidad. Lo mismo puede decirse si se hace la comparación en relación a la alimentación, la tabla de nutrición de los niños de 0 a 60 meses enseña que hasta los 18 meses los mismos mantienen una nutrición adecuada, pasado ese tiempo, que coincide con el destete de los lactantes, la caída es vertiginosa y se ingresa rápidamente a los diferentes niveles de desnutrición. Los datos analizados en la investigación muestran también que existe una elevada correlación entre el tipo de educación y la calidad de empleo que se tiene en la ciudad Alteña.

No es que los  ciudadanos alteños desconozcan la  utilidad de la educación y de la alimentación, por el contrario, dichos componentes son de suma significación para ellos, sin embargo, en el cotidiano vivir, en el día a día deben decidir donde destinar sus escasos recursos. Los datos demuestran que sus ingresos son fundamentalmente destinados a vivienda, pero como ellos mismos declaran a costa de “grandes sacrificios”.
Sacrificios que en nuestro criterio empujan a las familias alteñas a un círculo vicioso, pues, aunque la vivienda represente la estabilidad y seguridad optar por ella en el mediano y largo plazo, ocasiona educación precaria, inserción laboral deficiente y restricción de ingresos monetarios. Por el otro lado, optar por educación o mejor alimentación tampoco garantiza mejores condiciones de vida, y de acuerdo con su visión y perspectiva de vida, estos componentes no son tan efectivos ni seguros como la vivienda.

En esta investigación no se trata de decir que existen factores más y menos importantes para el desarrollo, por el contrario se considera que el mismo es un proceso complejo y multidimensional donde diferentes componentes deben articularse armónicamente de tal manera de generar un círculo virtuoso, cuya sinergia impulse el desarrollo hacia adelante. En otros términos no se exige habitantes altamente profesionalizados e intensamente cultos pero sin techo; ni se exige personas obesas y sin techo, todo lo contrario, parafraseando a los griegos podríamos decir que se trata de conseguir mente sana, en cuerpo sano y vivienda adecuada. Es esa integración de los factores del desarrollo que precisamente no existe en el desarrollo de el Alto, que en nuestro criterio es desarticulado por la excesiva “preferencia” por la vivienda.

De la constatación obtenida se concluye también que es hora de que las políticas estatales presten una atención mayor a la dotación y mejoramiento de la vivienda. Una prioridad que en mi criterio debe estar al mismo nivel que la otorgada a educación y salud los últimos 20 años, de esa manera el Estado podría contribuir a que el proceso sea más integral y sinérgico.  Sobra decir, que la intervención que se reclama aquí debe distanciarse o, mejor, aprender de los errores cometidos en el pasado; el principal en nuestro criterio no reconocer el significado que la vivienda tiene para los alteños y las prácticas que asumen para adquirir la misma.

Gustavo Rodríguez Cáceres
El Alto, 7 de Julio de 2006.

0 comentarios :

Publicar un comentario