05 noviembre 2018

Desde el año 2014 la Asociación de Jubilados del Nuevo Sistema de Pensiones en Cochabamba viene denunciando que la fórmula de cálculo de una pensión de vejez en Bolivia es un engaño, porque —en los hechos— asume que todos los asegurados podemos vivir 110 años.

En línea contraria a esta denuncia, en un artículo de opinión publicado en Página Siete (18/10/2018) y en Los Tiempos (24/10/2018) la señora Adriana Cossío Quevedo, justifica este hecho diciendo que “esto no se debe a que la población sobreviva hasta esa edad […] simplemente se debe a que existe la posibilidad de que una persona llegue a vivir más de 100 años y la tabla debe prever esos casos”, para al final concluir diciendo que “es necesario mantener la tabla con el límite de 110 años”.

Es de celebrar que este tema se comience a reflexionar en la prensa nacional, razón por la cual, en adelante, presentó los argumentos que justifican la denuncia de la Asociación de Jubilados y muestro por qué los criterios vertidos por la señora Cossío son equivocados.

Una Tabla de Mortalidad (TM) contiene información estadística muy valiosa, la primera y más conocida es la esperanza de vida. Este indicador es el promedio de años que, se estima, vivirán las personas incluidas en una cohorte generacional. Cuando se trata de una cohorte conformada por todos los nacidos vivos en un determinado año, con certeza razonable, puede estimarse el promedio de edad al que fallecerán todas esas personas; este es el indicador al que se denomina “esperanza de vida al nacer”. La TM, también permite estimar la esperanza de vida de las personas incluidas en otras cohortes generacionales, por ejemplo, de todas las personas que hoy tienen 58, 60 o más años. No importando cual sea el conjunto generacional que se asuma, siempre se estima —insisto— el promedio de edad al que esas personas fallecerán.

En Bolivia, de acuerdo con la Unidad de Análisis de Política Económica (UDAPE), la esperanza de vida al nacer ha aumentado, y ahora se estima en 69 años para los hombres y 75 para las mujeres. Por otra parte, de acuerdo a las “Tablas Abreviadas de Mortalidad 2005 – 2010” del Instituto Nacional de Estadística (INE) todas las personas que han alcanzado los 60 años tienen una esperanza de vida de 17,34 años los varones y de 19,38 las mujeres. Por supuesto, como estos son años promedio, habrá personas que fallezcan antes y otras después.

Otro dato importante de una TM, es que señala la probabilidad que tienen las personas de una cohorte generacional de sobrevivir/fallecer hasta el siguiente periodo u otro periodo lejano. Por ejemplo, señala la probabilidad que tienen los nacidos vivos de llegar a cumplir un año de edad, y la que tienen estos últimos de llegar a los dos años o a los 60, o la de éstos últimos de llegar a los 61 u 80 o 110. Todo ello en función de cohortes etarios que pueden ser anuales, quinquenales o, incluso, mensuales.

¿Qué probabilidad existe en Bolivia, de que las personas de 60 años lleguen a los 110 años de edad? Según la TM aplicada en el sistema de pensiones, esa probabilidad es de 0,00001 para los varones (uno de cada 100.000) y de 0,001 para las mujeres (cien de cada 100.000). Sí, existe la probabilidad —muy pequeña por cierto— de que alguno de los jubilados en el sistema de pensiones boliviano llegue a vivir hasta los 110 años. ¿Justifica ello, que se calcule la pensión de todos como si todos fueran a vivir hasta esa edad?

La respuesta es un rotundo: no. Porque, una cosa es asumir que en una cohorte generacional de personas de 60 años existe la probabilidad de que un varón o cien mujeres lleguen a los 110 años, y otra muy diferente, asumir que cada uno de los individuos que componen dicha cohorte tiene esa probabilidad. Asumir esto último, como bien lo hizo notar mi estimado Ramiro Rico, es una completa falta de sentido común, porque convierte la excepción en regla.

Es lamentable, pero, por esta errada asunción, la fórmula de cálculo de una pensión en Bolivia, obliga a todos los que se jubilan a reservar/guardar (innecesariamente) parte de su capital acumulado hasta los 110 años, lo que significa, que en los hechos, se asume dicha edad como la esperanza de vida de todos los jubilados. Este mecanismo, como lo han demostrado las investigaciones realizadas en la Asociación de Jubilados de Cochabamba, reduce artificialmente los montos de pensión y —más grave aún— es un mecanismo de confiscación de los ahorros de los asegurados porque, cuando el jubilado fallece y sus derechohabientes dejan de serlo, siempre queda un resto de ese capital reservado que no es recuperado y que se destina al fondo común.

En términos matemáticos, el indicador más preciso para definir hasta cuándo puede vivir cada uno de los individuos de una cohorte generacional es la esperanza de vida, es decir, el promedio. Tomando en cuenta este indicador e intentando guardar un margen de seguridad, para evitar problemas financieros innecesarios, es que la Asociación de Jubilados ha propuesto que en la fórmula de cálculo de pensión se fije como edad límite los 80 años. Lo que se concretaría en un aumento inmediato de las pensiones de quienes ya se jubilaron y de las que se jubilaran a futuro.

Gustavo Marcelo Rodríguez Cáceres
Cochabamba, 05 de noviembre de 2018

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